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La primera vez que la vi fue en 1989 cuando asistí como estudiante al curso de verano de El Escorial organizado por Javier Sainz de Oiza. Ella fue el foco de todas las miradas. Una mujer, joven, con una personalidad arrolladora, que representaba la arquitectura más vanguardista de la época. Parecía imposible que aquellos dibujos futuristas pudieran ser materializados y más aún, que al ser construidos no perdieran su esencia, pero ella lo tenía claro, lo hizo y fue admitida en el selecto grupo de los arquitectos míticos.

La vi por última vez hace unos años, en 2012, cuando la galería Ivorypress organizó una exposición de su obra desde su punto de vista más artístico sus dibujos, sus objetos… Su fuerza y su magnetismo eclipsaron incluso a Norman Foster: no perdíamos detalle de su voz, sus gestos, su forma de vestir, todo en ella era poderoso y enérgico. La obra de Zaha Hadid no deja indiferente, los grandes genios siempre tienen fieles seguidores y grandes detractores, pero es innegable su aportación a la Historia de la Arquitectura, su visión personal y única queda plasmada en su obra construida que expresa la potencia de sus ideas y todo ello lo hizo siendo mujer. Se fue y nada será igual después de Zaha.

El Pais. Arquitectas retratan a Zaha.

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